jueves, 5 de enero de 2012

Los derechos de los refugiados: no existen excusas


Glorianna Rodríguez

Hoy en día, ante las transformaciones económicas y políticas, los discursos sociales se están redefiniendo especialmente en países con una larga historia como Europa. Por otro lado, esos discursos nacionales no pueden obviar la cuestión de los refugiados, debido a una cuestión tanto de carácter pragmático como ético. No se puede excluir a las poblaciones más vulnerables.

Si bien este es tema contemporáneo, tiene raíces profundas filosóficas. Cabe mencionar que en su texto seminal, La Paz Perpetua, Kant hace referencia a los derechos de los extranjeros y los refugiados. Su pensamiento se fundamenta en un derecho cosmopolita dentro del cual se debe incluir las condiciones de la hospitalidad universal. Esa hospitalidad se refiere al derecho de un extranjero a ser tratado sin hostilidades. Estar en un país distinto del propio no significa que alguien pierde su condición de igual con respecto a los nativos del lugar. Existe, por lo tanto, un derecho de visita, un derecho a presentarse a la sociedad. Incluso argumenta que es necesario que durante tiempos de guerra, existan territorios dispuestos a aceptar a refugiados, donde se les brinden todo lo necesario para sobrevivir. Un lugar en el cual haya paz y tranquilidad. Al desarrollar este punto, Kant equipara el derecho cosmopolita con la tolerancia, concediéndole una naturaleza que rechaza la xenofobia.

Aquí se demuestra el progreso social que los valores filosóficos han logrado desde sus orígenes griegos. Para los pensadores de la antigüedad, incluidos Platón y Aristóteles, no existía el concepto de la humanidad. Más bien, ellos concebían su filosofía para los ciudadanos de su polis, sin darle mayor consideración a los demás habitantes del mundo. A contrario sensu, Kant desarrolla su pensamiento con miras al bien común de una sociedad internacional.

Lentamente el mundo se ha ido acercando a las concepciones kantianas con respecto a los derechos de los refugiados. El 14 de diciembre de 1950, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Según su mandato, “Su objetivo principal es salvaguardar los derechos y el bienestar de los refugiados, garantizar que todos puedan ejercer el derecho a solicitar asilo en otro Estado y a disfrutar de él, identificar soluciones duraderas para los refugiados”.

No obstante, vergonzosamente, Europa que muchas veces ha sido la vanguardia con respecto los derechos humanos, hoy día está traicionando sus pilares filosóficos. Según Human Rigths Watch, la agencia de vigilancia de las fronteras exteriores de la Unión Europea (Frontex), no está cumpliendo con sus obligaciones internacionales ni con las legislaciones internas de los países miembros. Esta acusación fue respaldada por un informe de 62 páginas “Las manos sucias de la UE: La implicación de Frontex en el maltrato a migrantes detenidos en Grecia”. El informe se basa en entrevistas con 65 migrantes, refugiados y solicitantes de asilo en Grecia en noviembre y diciembre de 2010, y en febrero de 2011, así como con funcionarios de Frontex y la policía griega.

En el reporte se señala que la comisaría de policía de Feres albergaba a 97 detenidos, a pesar de que la policía dijo que tenía capacidad para 30 personas. Ahí mismo también se encontraron, “a niños hacinados en celdas con adultos sin relación con ellos. Las aguas del drenaje corrían por los suelos y era difícil soportar el olor”.

El trato de refugiados en Grecia es tan notorio que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y un tribunal del Consejo de Europa, dictaron una sentencia en el caso M.S.S. contra Bélgica y Grecia, “las condiciones en los centros griegos de detención de migrantes eran inhumanas y degradantes….Bélgica había violado sus obligaciones en materia de derechos humanos al exponer a un solicitante de asilo afgano a este tipo de trato cuando lo trasladó de regreso a Grecia”.

Si bien es cierto, hoy día Europa está ante una coyuntura compleja debido a la crisis económica, esto no la exime del cumplimiento de sus obligaciones internacionales jurídicas y éticas. Los principios fundamentales y valores filosóficos no presuponen un contexto socioeconómico particular. Son transcendentales y universales y deben ser la premisa de la identidad colectiva tanto del proyecto europeo como de las mismas Naciones Unidas.