Los invito a leer el artículo de mi esposo Ennio Rodríguez
Democracia: evoluciona o fenece
Dice Ennio Rodríguez "El cambio
político que se avecina podría ser violento o bien manejado. Pero es
ineludible... La democracia de hoy exige nuevas formas de participación y de
rendición de cuentas de parte de las autoridades públicas... La nueva
democracia posible también demanda nuevos ciudadanos, capaces de asumir la
responsabilidad de la participación, pues esta no puede cobijarse en el
anonimato de las redes, ni en las opiniones sin fundamento.
http://www.nacion.com/2013-01-01/Opinion/Democracia--evoluciona-o-fenece.aspx
Estamos en los albores de una de las mayores
transformaciones en la historia de la humanidad. La revolución de la
información está en sus inicios. Sus aplicaciones apenas comienzan. Pero
las consecuencias políticas no se han hecho esperar y parecen
irreversibles.
El cambio político que se avecina podría ser violento o
bien manejado. Pero es ineludible. Estamos ante una era de metamorfosis
política. La democracia fundamentada en la delegación del poder a las
autoridades electas ya no se percibe como legítima. La democracia de hoy
exige nuevas formas de participación y de rendición de cuentas de parte
de las autoridades públicas.
El cambio técnico
democratizó la información. En consecuencia, la transparencia de las
decisiones de efectos públicos no tiene precedentes. Así, no solo los
políticos, sino que iglesias, generales y banqueros hoy son sujetos del
escrutinio público. Se acabaron los secretos de palacio. Las masas se
han empoderado, pueden conocer secretos, opinar y hacerse escuchar. Ha
cambiado la conciencia colectiva. Existe una nueva noción de igualdad:
la autoridad, los privilegios y abusos de otrora son inaceptables, al
punto que hay, metafóricamente, sed de sangre de aquellos líderes que no
se ajustan a las nuevas realidades y todavía se escudan tras
estructuras de poder. A su vez, los procesos acelerados de concentración
del ingreso, prevalecientes en muchas latitudes, van en dirección
contraria a la creciente democratización y requerirán de nuevos
equilibrios políticos. Esta disonancia está acumulando una presión
creciente y peligrosa.
La interconexión mundial de
información y mercados ha traído una rápida difusión de valores tales
como la tolerancia hacia las minorías, pero también antivalores como el
consumismo y resultados como el debilitamiento de la capacidad de acción
de los estados y un replanteamiento de los estados-nación como teatro
principal para la acción política. Así, cambió la dinámica social, los
códigos morales y sus expresiones y, con ello, las identidades
nacionales, lo cual ha traído aparejado, entre otros, nostalgias sobre
pasados míticos, como formas de enfrentar lo cambiante e incierto. El
autoritarismo y la xenofobia también resurgen como respuestas simples
que aquietan el miedo ante realidades complejas.
Ahora
bien, mirando hacia el futuro, una nueva forma de democracia
participativa es técnicamente posible, pero no acaba de nacer ni
conceptual ni políticamente.
Una cosa sí es cada vez
más clara, los partidos políticos como mediadores, constructores de
equilibrios y plataformas, han sido destronados. La crisis de los
partidos asume diferentes formas, pero es general. La información fluye
como nunca y las prácticas usuales de la política quedaron
desacreditadas.
Nuevas formas de democracia
participativa hoy son factibles, donde se podrían recrear las
condiciones de las ciudades-estado griegas, pero en mayor escala,
gracias a la interconexión informática, las cuales podrían
complementarse con organizaciones de federaciones y confederaciones
siguiendo principios de subsidiariedad. En este sentido, de alguna
manera, la organización política suiza podría verse como precursora de
estos modelos de organización.
Sin embargo, para
lograrlo, deberán construirse nuevas identidades “nacionales” como
intersecciones de lo local y global. Cabe acotar que, en el pasado, la
forja de identidades ha descansado más en el arte que en el análisis.
Pero hoy el arte se enrumbó al mercado y abandonó, con pocas
excepciones, lo profundo.
La nueva democracia posible
también demanda nuevos ciudadanos, capaces de asumir la responsabilidad
de la participación, pues esta no puede cobijarse en el anonimato de
las redes, ni en las opiniones sin fundamento. De modo que la democracia
posible tiene como prerrequisito la educación para el pensamiento
crítico, sin este, la apertura en participación en las decisiones
públicas podría caer presa de nuevas y más sofisticadas formas de
manipulación de emociones negativas y prejuicios. He ahí el mayor
peligro.
http://www.nacion.com/2013-01-01/Opinion/Democracia--evoluciona-o-fenece.aspx