Fuera de contexto. Nuevamente recurre don Álvaro al expediente de sacar frases de contexto de mi artículo “Nos amenazan fuerzas centrífugas” (www.nacion.com/2012-09-05/Opinion/Nos-amenazan-fuerzas-centrifugas.aspx) para atacarme por posiciones que no son las mías. En un contexto en donde argumentaba que el Estado no ha acometido tareas primordiales como la inversión en infraestructuras, es decir cuando argumentaba que el problema de nuestro desarrollo es falta de Estado y no exceso de Estado, aproveché para decir que funciones hoy no necesarias, como producir licores, que tuvo su justificación en su momento, no habían sido revisadas, don Álvaro la convierte en una afirmación del prejuicio ideológico neoliberal que toda intervención del Estado es contraproducente. Nada más lejos de mis intenciones ni del texto en que está inmersa la frase de marras. Mi posición ideológica no es neoliberal, ni tampoco comulga con el simplismo de pensar que lo que ocurrió en Costa Rica fue una reforma neoliberal. Mi contribución, incomprendida por muchos, don Álvaro incluido, es intentar dilucidar las fuerzas más complejas, no reducibles a estereotipos, que explican nuestra situación actual y los desafíos hacia delante. Por lo tanto, el camino fácil es reducirme a los estereotipos en boga, para luego criticar los estereotipos.
De acuerdo don Álvaro, el desafío es mantener los empleados públicos ocupados y productivos. El aumento injustificado de la planilla estatal y sus remuneraciones explica, en parte, el problema fiscal y complica las opciones futuras del accionar público.
Ausencia de proyecto nación. Cuestiona don Álvaro mi proposición de que no se contaba con un proyecto nación cuando estallan los grandes casos de corrupción. Para eso hace referencia a algunos de los logros en materia de políticas públicas e inversiones estratégicas como electricidad y agua. Todo lo cual lo comparto y no cuestiono. Pero sí cuestiono que el modelo de crecimiento era incapaz de generar las opciones de empleo bien remunerado a la creciente fuerza laboral, en parte por la discriminación en contra de las empresas nacionales, las cuales siguen esperando una simplificación de trámites para volverse más competitivas. De acuerdo con los índices internacionales respectivos estamos bastante atrasados. También me parece una verdadera barbaridad que por treinta años prácticamente se detuvo la inversión pública en carreteras, puertos y aeropuertos, lo cual son prerrequisito y fuente de crecimiento. Don Álvaro, los avances sociales y en algunos campos de infraestructura no se pueden sostener y menos profundizar sin una un replanteamiento del modelo de crecimiento y una reforma fiscal y un uso inteligente del endeudamiento externo (no para pagar gastos corrientes). Sobres estas materias, claves para un proyecto nación, seguimos en deuda intelectuales y políticos, y me ubico más en la primera categoría que en la segunda. A eso me refería don Álvaro, un estado fuerte, capaz de redistribuir el ingreso, solo se puede basar en una economía que crece vigorosamente y contribuye fiscalmente. Pero no creo que exista un modelo de estatización de la producción que funcione en el siglo XXI. Desconozco su posición al respecto.
Den la corrupción y sus demonios. Ninguna presunción de buena fe sobre los casos de corrupción se puede colegir de mis palabras y no entiendo su intención al afirmarlo. Mis comentarios sí dicen lo destructivo que han sido para el sistema político los casos de corrupción, los cuales no los defiendo ni justifico y además, les reclamo que desprestigiaron y corrompieron los procedimientos de emergencia. Esto además en un entorno de entrabamiento del accionar público.
Desliza don Álvaro la frase “a muchos les conviene que todas las culpas recaigan en doña Laura…” No me achaca pertenecer a ese grupo, pero de frente le digo que no soy partidario de simplismos ni de lanzar afirmaciones contrarias a la verdad evidente. En lo de la corrupción, que cada palo aguante su vela y solo espero que el sistema de justica sea capaz de brindar una justicia pronta y cumplida en todos los casos.
Finalmente, quiero decirle que la invasión de competencias entre los poderes de la República tiene postrada la democracia nuestra, tema que desarrollo en mi artículo posterior al que me comenta don Álvaro titulado “Ante la disyuntiva nacional” (www.nacion.com/2012-09-09/Opinion/ante-la-disyuntiva-nacional.aspx), y no repetiré aquí, pero en resumen argumento que debe recomponerse la división de poderes y realizar una reforma política profunda; recomponer el modelo de crecimiento; y replantear y fortalecer los mecanismos de distribución del ingreso.