Les comparto
que a raíz de mi artículo "Nos amenazan fuerzas centrífugas" don Álvaro
Montero Mejía escribió cuatro artículos críticos de mis planteamientos. Les
adjunto el primero de cuatro artículos en los que procedo a responderle a don Álvaro.
El debate está teniendo lugar en los medios digitales El País, Combate
Político y La Fragua.
Saludos
cordiales,
Ennio Rodríguez
Las fuerzas disgregadoras de don Álvaro
Montero
Me distingue mi estimado profesor don Álvaro Montero con
una serie de comentarios a mi artículo “Nos amenazan fuerzas centrífugas” (www.nacion.com/2012-09-05/Opinion/Nos-amenazan-fuerzas-centrifugas.aspx), el segundo de una serie de tres artículos míos, los
cuales se dividen en tres por razones de límites de espacio en los ensayos que
publican los diarios. No obstante, mis planteamientos solo se completan hasta
el tercero. Pero procedo a
comentar el primero de la serie correspondiente de don Álvaro. Hago énfasis en
los temas de desacuerdo, pues en muchos es más una diferencia de lenguaje que
de fondo.
Fuerzas
centrífugas. Las fuerzas
disgregadoras de don Álvaro no son las mismas que yo planteo. Mi aproximación a
la realidad difiere de la suya en el sentido de que no trato de listar aquello
que no me gusta, sino que intento buscar en las tendencias de la historia
social y económica, propias de la dinámica costarricense aquellas que son
fuerzas de cambio potencial. Es
decir, mi método no es enfrentar una utopía a la realidad, sino intentar una
aproximación haciendo uso de las ciencias sociales para determinar las
posibilidades de cambio que existen o pudiesen haber existido en el pasado y no
se aprovecharon. Mi motivación central es señalar que por treinta años hemos
desaprovechado oportunidades y que muchas de estas aún están ahí, pero tendría
que convertirse en bases de planteamientos políticos para transformar a Costa
Rica en un país más desarrollado y más solidario. Sería interesante si don
Álvaro nos aclara cuál es el modelo alterno a partir del cual plantea sus
críticas, en particular cuál es su visión actual en la relación entre estado y
mercado, de sus palabras no logro percibir un planteamiento, sino una colección
de temas que no le gustan.
Para empezar, en el siglo XXI vivimos el cumplimiento de
una de las predicciones centrales de Karl Marx, que el capitalismo llegaría a
ser el modo de producción dominante, eso es lo que interpreto don Álvaro llama
“las fuerzas corporativas de la globalización”. Con esto quiero decir que puede ser que nos guste o no nos
guste el capitalismo, pero este es el modo de producción dominante y ni Costa
Rica ni economía alguna del planeta es ajena a sus fuerzas. Incluso
China ha adoptado lo que pareciera ser una variante de capitalismo de estado
liderada por el propio Partido Comunista auto-reformado. A partir de esta realidad, se pueden
construir las opciones que mediante la política nacional se pueden conformar
para mitigar efectos indeseables de esas fuerzas globales y también tomar
ventaja de las oportunidades que puedan brindar, pero no podemos ser ajenos a
esas fuerzas.
En ese marco, he criticado el patrón de crecimiento costarricense
(más extensamente desarrollado en un artículo anterior “Nuestras oportunidades
perdidas” miopinioncr.blogspot.com/2012/06/nuestras-oportunidades-perdidas.html),
el cual ha privilegiado excesivamente a las empresas de zonas francas, no
critico que se atraigan, por cuanto la tecnología y el acceso a mercados de
punta, requiere de la presencia de las empresas trasnacionales. Pero sí
cuestiono que a las pymes y en general, a las empresas que producen para el
mercado nacional y centroamericano, no se les han creado condiciones adecuadas
de competitividad, con lo cual se ha fomentado indirectamente el surgimiento de
un sector informal. Lo cual no equivale a plantear con Rodolfo Cerdas que existían
posibilidades para pensar que la industrialización basada en la burguesía
nacional podía dar pie a un frente popular anti-imperialista y lograr un
desarrollo auto-centrado como lo recomendaban planteamientos en boga en la
década de los setenta. Esa opción no simplemente no existió. El proceso de
transnacionalización de la producción ya había empezado. No es válido criticar el pasado a partir
de opciones inexistentes.
También cuestiono que no se haya logrado una reforma
fiscal que modernice el sistema tributario y distribuya más equitativamente las
cargas, y esto incide centralmente en el problema de concentración de riqueza
que estamos viviendo, lo cual es un factor disgregador evidente, además de
limitar las capacidades de inversión pública en infraestructura y en programas
sociales. Un planteamiento progresista tiene que incluir una reforma fiscal
para potenciar el crecimiento vía la inversión pública y la redistribución vía
impuestos y, principalmente gastos sociales.
El ser
costarricense. Discrepa don
Álvaro de mi interpretación del ser costarricense para lo cual hace dos
argumentos que no contradicen mi planteamiento. Se refiere primero a la
Generación del Olimpo de finales del siglo XIX que abraza el libre cambio y
establece las bases del estado liberal. Esa generación logró ese salto
cualitativo en el desarrollo nacional en el marco de esa mentalidad
prevaleciente. Igualmente los reformadores del siglo XX Manuel Mora, Monseñor
Sanabria, Rafael Ángel Calderón Guardia y José Figueres, para mencionar solo los
principales líderes, nuevamente se elevan de su medio y logran plantear y
concretar reformas visionarias. Pero esto no cambia el modo huraño y desconfiado
de los ticos. Remito a observadores agudos como don Constantino Láscaris, quien
ahondó en el tema.
El papel de las
instituciones. Confunde don
Álvaro periodos y método de análisis cuanto me critica por
mi referencia a la teoría de la modernización de Max Weber, aplicada a Europa
del siglo XIX (Economía y Sociedad y Ética Protestante y el Espíritu
del Capitalismo) cuando la aplica para describir, lejos de mis intenciones,
al capitalismo contemporáneo. El planteamiento de Weber lo traje a colación por
cuanto si bien no agota el tema del desarrollo, sí establece uno de sus
requisitos: el desarrollo de una marco legal e institucional de convivencia, las
bases para el contrato social de Rousseau. Toda sociedad que logre
desarrollarse debe cumplir con este tránsito. Mientras el neoliberalismo pone
el énfasis en la liberalización de los mercados, yo pongo gran énfasis en el
desarrollo legal e institucional. Desde luego que este análisis no pretende ser
válido como descripción del capitalismo desarrollado contemporáneo como
pretende don Álvaro. A este lo caracterizaría por la internacionalización de la
producción y de los movimientos financieros, el capital ganó la partida en el
conflicto entre trabajo y capital. Por primera vez en la historia, el
capitalismo es el modo de producción dominante. Como dijo Warren Buffet: “Es
lucha de clases. Mi clase está ganando pero no debería”. Por su parte, la
economía política de los abusos que desembocaron en la Gran Recesión de 2008-9
y su manejo posterior es elocuente en cuanto a la impunidad y beneficios
desmedidos del sector financiero. Pero esto no descarta que ocurren en un marco
de respeto a la legalidad de parte de la sociedad en general y, en particular,
de las clases medias que bien describió Weber, y que se constituye en uno de
los desafíos para los países subdesarrollados: el desarrollo de instituciones eficientes
y de marcos de convivencia basados en la legalidad. A eso hacía referencia a
partir de mi preocupación de identificar condiciones necesarias para el
desarrollo nacional.
1 comentario:
Agradecido con este intercambio de ideas don Ennio.
Saludes, Olger.
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