Sebastián
Rodríguez Álvarez
En los
últimos meses han surgido muchas protestas masivas donde personas diversas
marchan por razones muy distintas. Es interesante observar la sincronía de las
marchas en múltiples países, entre ellos están Brasil, Bulgaria, Egipto, Suecia
y Turquía. Las razones que han provocado los comienzos de las marchas difieren
mucho de país a país.
En Turquía todo empezó por el activismo ecológico de unos jóvenes en contra de que se arrasara un pequeño parque para una construcción, que luego evolucionó hasta convertirse en una manifestación variada con muchos sectores del país expresando su descontento contra el gobierno.
En Brasil, un aumento en las tarifas de los buses provocó las protestas iniciales, las cuales ahora también expresan el enojo por la calidad de hospitales y otras infraestructuras cuando el gobierno invierte miles de millones de dólares en la construcción de estadios para el mundial y las olimpiadas.
En otros países como Suecia no se puede focalizar un motivo inicial claro, pero existen muchas tensiones por la desigualdad que se expresan a través de las protestas.
Aunque las protestas no tienen un motivo común exacto, sí comparten un factor muy importante. La mayoría de los manifestantes son personas de una nueva clase media. Una clase media más joven y con acceso a una mejor educación, con mayores aspiraciones, que no quiere solo seguridad económica sino también más oportunidades.
Con la capacidad de utilizar nuevas tecnologías como Twitter y Facebook estos grupos logran unirse en segundos y comunicarse entre ellos instantáneamente y estar conectados con otros y escuchar los eventos alrededor del mundo. Este nuevo grupo no tiene miedo de expresarse y manifestarse.
En Costa Rica, la clase media surgió principalmente por las oportunidades laborales en el sector público. Hoy estos mismos grupos intentan proteger a estas instituciones frente al cambio. Inclusive hemos sido testigos de protestas de parte de funcionarios para prevenir abiertamente cambios al sistema.
Pero las cosas cambian, la nueva clase media ha surgido por las oportunidades laborales de jóvenes en el sector privado, tanto nacional como transnacional. Jóvenes que identifican un estancamiento gubernamental y falta de voluntad política para el cambio.
Igual que en otros países, la dificultad es que el descontento y los grupos que lo expresan no están cohesionados, no tienen un discurso claro, ni una respuesta; solamente expresan sus frustraciones.
Es muy importante que se tengan diálogos nacionales para desarrollar planteamientos claros de cómo resolver problemas pendientes que parecen haber empeorado en las últimas décadas. Ante la acumulación de problemas sin solución, pronto las protestas serán aún más comunes y podrían llegar a paralizar nuestro país, tal como ha sucedido en otras latitudes.
La nueva clase media tiene que darse cuenta de que las protestas solamente son una manera de expresar las frustraciones pero no van a ser la forma definitiva de resolver los problemas. Debemos involucrarnos en la propuesta de soluciones y diálogos constructivos
En Turquía todo empezó por el activismo ecológico de unos jóvenes en contra de que se arrasara un pequeño parque para una construcción, que luego evolucionó hasta convertirse en una manifestación variada con muchos sectores del país expresando su descontento contra el gobierno.
En Brasil, un aumento en las tarifas de los buses provocó las protestas iniciales, las cuales ahora también expresan el enojo por la calidad de hospitales y otras infraestructuras cuando el gobierno invierte miles de millones de dólares en la construcción de estadios para el mundial y las olimpiadas.
En otros países como Suecia no se puede focalizar un motivo inicial claro, pero existen muchas tensiones por la desigualdad que se expresan a través de las protestas.
Aunque las protestas no tienen un motivo común exacto, sí comparten un factor muy importante. La mayoría de los manifestantes son personas de una nueva clase media. Una clase media más joven y con acceso a una mejor educación, con mayores aspiraciones, que no quiere solo seguridad económica sino también más oportunidades.
Con la capacidad de utilizar nuevas tecnologías como Twitter y Facebook estos grupos logran unirse en segundos y comunicarse entre ellos instantáneamente y estar conectados con otros y escuchar los eventos alrededor del mundo. Este nuevo grupo no tiene miedo de expresarse y manifestarse.
En Costa Rica, la clase media surgió principalmente por las oportunidades laborales en el sector público. Hoy estos mismos grupos intentan proteger a estas instituciones frente al cambio. Inclusive hemos sido testigos de protestas de parte de funcionarios para prevenir abiertamente cambios al sistema.
Pero las cosas cambian, la nueva clase media ha surgido por las oportunidades laborales de jóvenes en el sector privado, tanto nacional como transnacional. Jóvenes que identifican un estancamiento gubernamental y falta de voluntad política para el cambio.
Igual que en otros países, la dificultad es que el descontento y los grupos que lo expresan no están cohesionados, no tienen un discurso claro, ni una respuesta; solamente expresan sus frustraciones.
Es muy importante que se tengan diálogos nacionales para desarrollar planteamientos claros de cómo resolver problemas pendientes que parecen haber empeorado en las últimas décadas. Ante la acumulación de problemas sin solución, pronto las protestas serán aún más comunes y podrían llegar a paralizar nuestro país, tal como ha sucedido en otras latitudes.
La nueva clase media tiene que darse cuenta de que las protestas solamente son una manera de expresar las frustraciones pero no van a ser la forma definitiva de resolver los problemas. Debemos involucrarnos en la propuesta de soluciones y diálogos constructivos
https://www.larepublica.net/app/cms/www/index.php?pk_articulo=533302676