Ennio Rodríguez
En su cuarto artículo de
comentario a uno mío titulado “Nos
amenazan fuerzas centrífugas” (www.nacion.com/2012-09-05/Opinion/Nos-amenazan-fuerzas-centrifugas.aspx), inicia mi distinguido profesor don Álvaro
Montero con acotaciones con las cuales estoy de acuerdo sobre la propagación
del consumismo y el individualismo, sobre lo cual también he publicado
anteriormente. Para mí, este materialismo individualista es quizás la fuerza
más destructora de las sociedades contemporáneas. Las peores consecuencias de
la globalización provienen precisamente de su conjunción con los valores
consumistas individualistas. Pero aclaro, estos Los cuales son valores y no
ideología, y de adopción rápida, pues parten de un principio hedonista, por eso
la publicidad induce tan efectivamente estos patrones de comportamiento.
No tengo ningún problema en
discutir sobre el crimen organizado transnacional. Mi apretada síntesis sobre el tema tenía el objetivo de
introducir esta importante fuerza
disociadora de nuestra Costa Rica contemporánea parte del reconocimiento
geográfico de nuestra ubicación en una ruta de tránsito entre los países
productores andinos y los grandes mercados consumidores, particularmente
Estados Unidos.
Desafortunadamente, a pesar de que las causas iniciales son foráneas,
estas echan raíces en nuestro medio, de tal manera, que la
evolución de territorio de tránsito lleva aparejada un aumento del consumo,
eventualmente producción y lavado, y un aumento de la violencia. Las
situaciones de pobreza y desigualdad en la distribución del ingreso y la
atracción del consumismo desenfrenado son el caldo de cultivo para que una
población de jóvenes se coloquen en una situación de riesgo. Por eso la
sociedad de invertir en estas poblaciones riesgo. Por eso el gasto social debe aumentar. Por eso los ingresos
fiscales deben aumentar. El mejor
combate a los estragos del narcotráfico se asienta en sólidos programas de
prevención social. Pero debido al
origen inicialmente externo del problema debe reconocerse una responsabilidad
compartida con los países productores y consumidores con los centroamericanos.
No obstante, la responsabilidades no se han asumido en la manera diferenciada
que los aportes al problema deberían significar en aportes a su enfrentamiento.
Luego de acuerdo con su método
discursivo, don Álvaro hace un cambio conceptual, sobre la marcha, para, de
esta manera, cuestionar mi argumentación sobre la leyenda urbana en torno al
neoliberalismo. En mi concepción este es una ideología que parte del
presupuesto que toda acción del Estado arroja resultados contrarios al bien
común. Es una ideología y no un
proceso histórico. Don Álvaro asimila el concepto de neoliberalismo a la
globalización y a la economía política de sus vinculaciones con los intereses
locales. Puedo estar más o menos de acuerdo con su descripción del proceso
histórico y en la ponderación de las variables explicativas. Pero esto no es
neoliberalismo. Esta es la confusión metodológica que produce la leyenda
urbana. Una cosa son las fuerzas materiales del cambio tecnológico, las lógicas
de los mercados, las apropiaciones de las rentas monopólicas que estos generan
y sus impactos en la distribución del ingreso, lo cual se vincula, pero no de
una manera determinística, con los procesos políticos. La discusión ideológica
pertenece a otro plano pues es un instrumento de la política. Atribuir el
concepto de neoliberalismo a las corrientes históricas del desarrollo material,
que trascienden la política y la discusión de las ideologías, es el origen de
las confusiones de muchos de los discursos que intentan ser progresistas en
nuestro medio.
Bajo este expediente si el
neoliberalismo es una ideología representada por unas cuantas personas, que
supuestamente dominan algunos partidos políticos, pero a la vez el
neoliberalismo es la principal fuerza de cambio mundial producido por el
triunfo del capitalismo como modo de producción dominante, se cae en el
simplismo de pensar que es suficiente hacer una gran coalición anti-neoliberal (como
movimiento ideológico político) para destronar el egoísmo consumista y dar pie a una utopía humanista solidaria.
Además, puede dar origen a una cacería de brujas, pues es suficiente endilgarle
el calificativo de “neoliberal” a cualquier persona para descalificarla
totalmente en los planos intelectuales y políticos. No don Álvaro, la discusión
debe ser sobre las alternativas de cambio político, pero asentadas en el
análisis de la realidad. Estoy de acuerdo que la meta debe ser lograr una
sociedad asentada sobre pilares de humanismo y solidaridad, pero también sobre
un fundamento de eficiencia y competitividad internacional de la
producción. Cómo se articula esto
es el desafío de nuestros tiempos.
Pero me temo que plantear una gran coalición anti-neoliberal para lograr
todo esto, es un proyecto político asentado en un diagnóstico producto de una
leyenda urbana basada en una confusión de una ideología con las fuerzas de la
historia y, por lo tanto, sin planteamiento alternativo coherente. Oponer una
ideología no es lo mismo que intervenir en las fuerzas de la historia,
especialmente si se reconoce la
existencia de un modo de producción dominante.
2 comentarios:
Excelente. Sin embargo; insisto.
Estamos enfre ntando un cambio radical en las politicas en nuestros tiempos y a nivel de las Americas. Los politicos de Hoy estan obligados a cambiar drásticamente sus planteamientos. ya no pueden aplicar Una politica desfasada; ambigua. deben ver mas allá del túnel de siempre. Hoy en día se obligan más a dar soluciones duraderas de cara al cambio universal. Una politica unida universal con cambio notables.
Excelente. Sin embargo; insisto.
Estamos enfre ntando un cambio radical en las politicas en nuestros tiempos y a nivel de las Americas. Los politicos de Hoy estan obligados a cambiar drásticamente sus planteamientos. ya no pueden aplicar Una politica desfasada; ambigua. deben ver mas allá del túnel de siempre. Hoy en día se obligan más a dar soluciones duraderas de cara al cambio universal. Una politica unida universal con cambio notables.
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